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El arte olvidado del bodysurfing

El “surf” se ha asociado comúnmente a deslizarse en una ola sobre una tabla. Pero existen muchas muchos otras formas de “surf”. El bodysurfing, en el que el deslizamiento se logra empleando sólo el cuerpo como superficie de planeo, tal vez sea la forma original y más pura del “surf”.

Antes de la aparición del “invento” (leash) en la década de 1970, todos los surfistas eran excelentes bodysurfers, ya que tras una caída esta era la manera más rápida de recuperar la tabla que había sido arrastrada por las olas hasta la orilla. En los 90, se llegó a describir al bodysurfing como «un arte perdido», pero en el nuevo siglo, su popularidad ha aumentado. Uno de los responsables máximos de este resurgimiento es Mike Stewart que ha definido al bodysurfing como “la mejor interacción entre el hombre y la naturaleza que puede existir».

Poco se conoce sobre los orígenes del bodysurfing, pero es de suponer que su aparición fue coetánea a la del surf. Las primeras referencias que se tienen de él como práctica distinguida del surf se remontan a 1899 y al australiano Fred Williams, que aprendió a hacer bodysurf gracias a Tommy Tanna, un polinesio que trabajaba en Sydney como jardinero. En Estados Unidos se popularizó a mediados de los años 20 gracias a el nadador olímpico Wally O’Conner. En 1931, el bodysurfer de Los Ángeles, Ron Drummond, publicó The Art of Wave-Riding, una introducción de 26 páginas sobre los principios básicos del bodysurfing.

En 1932 un surfista de California, Owen Churchill, en un viaje a Hawaii, observó como varios locales aumentaban el poder de su golpe de patada al acoplar a sus pies unas hojas de palma. A partir de esa visión, y en 1940, Churchill creo la herramienta que se convertiría en el equipo básico del bodysurfing: las aletas Churchill. Más tarde aparecerían los “handplane”, una sencilla pieza de madera contrachapada que da una mayor sustentación en la ola. Cal Porter, socorrista en playa de Santa Mónica, fue el primero en coger las olas con un cierto ángulo siguiendo la pared de la ola, en lugar de ir sobre la espuma en dirección a la playa.

Las olas más adecuadas para bodysurfing son rompientes muy verticales y rápidas. Entre las más conocidas están Sandy Beach y Makapuu en la costa Este de Oahu en Hawai y The Wedge, en Newport Beach, California.

El bodysurfing ha sido siempre la forma menos divulgada de surf. Sin embargo varios bodysurfers han sido reconocidos a lo largo de la historia por su destreza: Buffalo Keaulana y Barry Holt de Hawaii; los californianos Bud Browne, Candy Calhoun, Larry Lunbeck y Mickey Muñoz; los australianos Don McCredie, Tony Hubbard, Max Watt, y Michael Fay. Pero de entre todos, destacan el socorrista hawaiano Mark Cunningham, y el nueve veces campeón mundial de bodyboard, Mike Stewart.

 

Los primeros años del siglo XXI supusieron un renacimiento para el bodysurfing. Los surfistas Chris, Keith y Dan Malloy desarrollaron un serio interés por el bodysurfing, que se ha plasmado en la película de Keith Malloy: “Come Hell o High Water” (2011).

  2017  /  Noticias  /  Última actualización: noviembre 5, 2017 por Océano Surf Museo  / 

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